«Todos nuestros sueños pueden hacerse realidad, si tienes el coraje de perseguirlos» – Walt Disney. Muy pocos niños pueden decir que no han crecido bajo la influencia de este hombre tan brillante que trajo al mundo una chispa de felicidad eterna. No importa si eres chico o grande, el mundo que él creó es para todas las edades y para todos los gustos.

Desde que tenía 6 años soñaba con conocer este mundo encantado que me mostraban las películas. Es por eso que el día que me entere de que podría visitarlo, quedo guardado en mi disco duro como un gran recuerdo memorable. Tenía 10 años cuando mi papá me dio la noticia y 11 cuando recibí mi VISA. Era tal la emoción que puedo recordar hasta la entrevista en el consulado. No cabe duda que el viaje y toda la experiencia en sí tuvo su mismo efecto. 

Pero es el día de hoy que veo el álbum de fotos y espero poder transmitirles esa misma emoción a mis futuros hijos. 

Como es bien sabido en la cultura latina, los 15º se festejan realizando una gran fiesta para familia y amigos. Sin embargo, a lo largo de estos últimos años ha ido en aumento la comunidad de chicas que opta por hacer realizar su viaje soñado, en el cual Disney se encuentra en el podio como lugar preferencial. Y como no podría ocupar este lugar, este mismo es conocido como «el lugar más feliz del mundo,» «el lugar donde tus sueños se hacen realidad.» 

Felizmente, puedo decir que me encuentro dentro de las privilegiadas que tuvo la oportunidad de vivir esta emocionante aventura con un grupo de chicas que compartían esta misma emoción. Quiero compartir un poco de esta experiencia con todas las futuras quinceañeras.

¿Qué podría ser más gratificante que celebrarlo con chicas que están experimentando una sensación de libertad, crecimiento y empoderamiento? Festejar esta ocasión especial de la mano de una organización que nos brindó confianza, acompañamiento y diversión fue una experiencia verdaderamente hermosa.

Este viaje amplió mis horizontes y alimento mi deseo insaciable de explorar el mundo.

Con 16 años, cruce el charco y conocí otro continente. No fue por barco como mis antepasados, fue en un avión de Lufthansa y con mis compañeros de curso. Sin embargo, nuestra convivencia fue breve, ya que pocos días después, experimenté lo que significaba ser parte de una familia alemana a la que no conocía en persona, solo a través de correspondencia.

Durante mi estancia, acompañé a mi hermana de intercambio en sus actividades diarias, desde asistir a la escuela hasta ayudar a repartir correo por el pueblo. Como anfitriones excepcionales, me llevaron a conocer los majestuosos Alpes y participar en diversas actividades que sabían que me encantarían.

Estoy convencida de que sumergirse en otra cultura y formar parte de diferentes sociedades amplía nuestra perspectiva y nos permite apreciar las diferentes formas en que cada una ve el mundo. Esta experiencia, sin lugar a dudas, me dejó con valiosas lecciones y me ayudó a descubrir mi capacidad de adaptación y autonomía.

Luego de terminar la secundaria, todos atravesamos un gran cambio. Aunque mudarme a Estados Unidos, Jacksonville, una ciudad en el norte de Florida, lo convirtió en toda una increíble travesía. El tener un básico, por no decir menos, conocimiento del idioma lo volvió un gran desafío y a su vez una gran oportunidad. Me permitió abrir mi mente al mundo que nos rodea nuevamente. 

Al llegar, comencé a tomar clases de inglés en una universidad, donde conocí gente de diferentes países, con culturas y religiones muy variadas.  Poder llegar a decirles amigos y formar parte de sus rituales y costumbres fue y será siempre un orgullo. 

A su vez, puedo afirmar con plena seguridad que el estar rodeado de gente que no habla tu mismo idioma, acelera enormemente el proceso de aprendizaje. 

Esta experiencia me ha traído inolvidables momentos, permitiéndome conocer la fuerza de mi independencia, espíritu aventurero. Más importante me ha mostrado el amor y sentido de pertenencia que uno puede generar con personas de un mundo totalmente diferente.